Panyee es una buena historia de superación. La meta deportiva que se plantearon aquellos jóvenes se alcanzó, después de mucho tiempo, con paciencia, esfuerzo e ilusión. Fue la llama de la esperanza en el triunfo final lo que alentó la motivación de aquel grupo de tailandeses.
La cuaresma es un regalo de Dios. El Señor es tan bueno que no se conforma como somos: nos quiere mejores de lo que somos. Si durante toda la vida el cristiano escucha la llamada constante de Dios a perseguir los ideales que nos propone, en los cuarenta días que se inician hoy su voz se escucha con mayor intensidad.
Los ideales que perseguimos en Xabec: excelencia profesional y humana, soñar con una familia lograda y feliz y construir una sociedad más justa y solidaria, están en la entraña del evangelio.
El sentir de la Cuaresma está plasmado por el pintor holandés Rembrandt en su cuadro: el regreso del hijo pródigo. Todos recordáis la hermosa parábola evangélica: el abrazo del padre al hijo recuperado refleja el anhelo divino hacia cada uno de nosotros.
El Señor quiere que consideremos la enfermedad que todos tenemos en nuestro corazón. La debilidad que todos conocemos: la pereza, el egoísmo, el orgullo, la soberbia, la destemplanza en tantos aspectos....Acciones que son enfermedades del alma y, a la vez, ofensa a Dios, a los demás y a nosotros mismos.: son nuestros pecados.
Os he explicado muchas veces que no es posible alcanzar la excelencia profesional y humana sin reconocer la propia debilidad interior y combatirla. Ese combate es facilitado por Jesucristo, que está dispuesto a curarnos en el corazón y perdonarnos siempre.
En ese encuentro con el Señor, que se inicia con los actos de contrición y se materializa con una buena confesión, recuperamos la esencia del cristianismo: la amistad personal con Dios. Lo que el Papa nos explicó en la inolvidable JMJ de Madrid de agosto pasado. Lo que inmortaliza el genial pintor holandés en el cuadro al que me he referido: el hijo que vuelve a la unión entrañable con su padre.
En el abrazo de curación y perdón que el Señor nos dará en la Cuaresma empezaremos a recuperar lo esencial de nuestra vida: la amistad personal con Jesucristo.
Os recojo a continuación un resumen de ideas sobre la Cuaresma que os pueden ayudar.
Miércoles de Ceniza
Conoce el significado e importancia del miércoles de Ceniza como el inicio formal a la Cuaresma
El miércoles de Ceniza es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de conversión a Dios.
Al acercarnos a los templos a que nos impongan la ceniza, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio.
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. La liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Génesis, 3, 19 y Marcos 1, 15.
La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) Situación pecadora del hombre;
c) Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo;
La ceniza es el residuo de la combustión por el fuego de las cosas o de las personas. Este símbolo ya se emplea en la primera página de la Biblia cuando se nos cuenta que "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7). Eso es lo que significa el nombre de "Adán". Y se le recuerda enseguida que ése es precisamente su fin: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la nulidad de la creatura con respecto al Creador, según las palabras de Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).
Esto nos lleva a todos a asumir una actitud de humildad ("humildad" viene de humus, "tierra"): "polvo y ceniza son los hombres" (Si 17,32), "todos caminan hacia una misma meta: todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo" (Qo 3,20), "todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29). Por lo tanto, la ceniza significa también el sufrimiento, el luto, el arrepentimiento. En Job (Jb 42,6) es explícítamente signo de dolor y de penitencia. De aquí se desprendió la costumbre, por largo tiempo conservada en los monasterios, de extender a los moribundos en el suelo recubierto con ceniza dispuesta en forma de cruz. La ceniza se mezcla a veces con los alimentos de los ascetas y la ceniza bendita se utiliza en ritos como la consagración de una iglesia, etc.
La costumbre actual de que todos los fieles reciban en su frente o en su cabeza el signo de la ceniza al comienzo de la Cuaresma no es muy antiguo.
En los primeros siglos se expresó con este gesto el camino cuaresmal de los "penitentes", o sea, del grupo de pecadores que querían recibir la reconciliación al final de la Cuaresma, el Jueves Santo, a las puertas de la Pascua. Vestidos con hábito penitencial y con la ceniza que ellos mismos se imponían en la cabeza, se presentaban ante la comunidad y expresaban así su conversión.
En el siglo XI, desaparecida ya la institución de los penitentes como grupo, se vio que el gesto de la ceniza era bueno para todos, y así, al comienzo de este período litúrgico, este rito se empezó a realizar para todos los cristianos, de modo que toda la comunidad se reconocía pecadora, dispuesta a emprender el camino de la conversión cuaresmal.
En la última reforma litúrgica se ha reorganizado el rito de la imposición de la ceniza de un modo más expresivo y pedagógico. Ya no se realiza al principio de la celebración o independientemente de ella, sino después de las lecturas bíblicas y de la homilía. Así la Palabra de Dios, que nos invita ese día a la conversión, es la que da contenido y sentido al gesto.
Además, se puede hacer la imposición de las cenizas fuera de la Eucaristía -en las comunidades que no tienen sacerdote-, pero siempre en el contexto de la escucha de la Palabra.
Viviendo la Cuaresma
Durante este tiempo especial de purificación, contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal
Ante todo, la vida de oración, condición indispensable para el encuentro con Dios. En la oración, si el creyente ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia divina penetre su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
Asimismo, también debemos intensificar la escucha y la meditación atenta a la Palabra de Dios, la asistencia frecuente al Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía, lo mismo la práctica del ayuno, según las posibilidades de cada uno.
La mortificación y la renuncia en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien, de saber ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas, de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que se nos presentan a diario. De la misma manera, el saber renunciar a ciertas cosas legítimas nos ayuda a vivir el desprendimiento y ser más libres.
De entre las distintas practicas cuaresmales que nos propone la Iglesia, vivir la caridad ocupa un lugar especial. Asi nos lo recuerda San León Magno: " estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante el ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en si a las demás y cubre multitud de pecados ".
Esta vivencia de la caridad debernos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. Así, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana" (Juan Pablo II).
Cómo vivir la Cuaresma
1. Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome .
Pensar en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.
2. Luchando por cambiar
Analiza tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.
3. Haciendo sacrificios
La palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado". Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por amor, estamos haciendo sacrificio.
4. Haciendo oración
Aprovecha estos días para orar, para platicar con Dios, para decirle que lo quieres y que quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para Cuaresma.
La Iglesia y el Ayuno
Entérate de lo que dicen las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia sobre el ayuno, la penitencia y la abstinencia.
Citas de la Sagrada Escritura
Citas de la Sagrada Escritura
En señal de luto y de tristeza: Jue 20,26; I Sam31, 13;Jer41,2;52, 12; Zac 7, 2-5; 8, 9.
Penitencia unida a la oración para obtener la misericordia de Dios: Lev 19, 29; Num 30, 14-26; Tob 12, 8; 1 Mac 2, 47; 2 Mac 13, 12.
Día del ayuno: Lev 16, 29.
Cómo se ha de ayunar: Is 58, 3-7; Jer 14, 12.
De Nuestro Señor en el desierto: Mt 4, 1-2; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13.
Nuestro ayuno debe ser humilde; si no, pierde todo el mérito: Mt 6, 16-18; Lc 18, 11-14.
Ayuno y oración para obtener de Dios el poder de arrojar a los demonios: Mt 17, 20; Mc 9, 28.
El ayuno de los hipócritas: Mt 6, 16-18; Lc 18, 9-14.
Ayuno de Saulo después de su conversión: Hech 9, 9-19.
Bienes espirituales del ayuno
Antes de la imposición de las manos a Saulo y Bernabé: Hech 13, 2-3.
De Pablo y Bernabe antes de la ordenación de los sacerdotes: Hech 16, 22.
Los ayunos frecuentes de San Pablo: 2 Cor 11, 27.
San Pablo recomienda a todos la templanza, en especial a los que habían de ser ordenados ministros: 1 Tes 5,6;2Tim4,5; Tit1,7;2, 2-3.
Nuestro Señor defiende a sus discípulos de las acusaciones que les hacían porque no ayunaban: Mt 9, 14-15; Mc 2, 18-20; Lc 5, 3335.
Dispone para recibir las gracias del Señor: Lc 2, 37-38.
Los ministros de Dios y el ayuno: 2 Cor 6, 4-8.
Para someter nuestro cuerpo: I Cor 9, 27.