EN ESTADO DE COMA DURANTE TRES DÉCADAS AHORA ES CIUDADANO DE HONOR (Avvenire)


 LA DEFENSA DE LA VIDA
En estado de coma durante tres décadas ahora es un ciudadano de honor
¿Puede una mujer en estado vegetativo desde hace 30 años, convertirse en el orgullo y el honor de una ciudad al extremo de merecer el título un ciudadano de honor? Sí, si en el sufrimiento también hay esperanza. Una esperanza que viene del apego a la vida, con el apoyo cotidiano del amor de un padre que lleva tres décadas pendiente de su "bebé". Sí, hay orgullo y honor en la historia de una mujer que se ha convertido en un ejemplo para muchas otras condiciones de discapacidad muy grave. 
En esta clave se encuentra la decisión del Ayuntamiento de Bolonia, que ha decidido otorgar el más alto honor de la ciudad a Cristina Magrini, de 45 años. Una vida trastornada cuando, un día fatídico en 1981, al regresar a casa del colegio, Cristina fue atropellada por un coche. 
Además, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, el 10 de noviembre pasado, otorgó al padre de Christine, Romano, el nombramiento de caballero de la República. Juntos, padre e hija viven ahora en Sarzana (La Spezia), donde la noticia les llegó de Emilia. El lunes pasado, el Concejo Municipal aprobó por unanimidad la solicitud de ciudadanía honoraria a Cristina, promovido por un grupo de familias. La historia (también dicho por el cristinamagrini.it sitio), reunió a unos miles de otras familias Magrini. 
La solicitud fue aceptada la ciudadanía honoraria después de una trayectoria fluctuante: el partido de la mayoría demócrata no esperaba la recepción favorable, pero abogó por el PDL. Pero con un movimiento de la cola de la propuesta se convirtió en realidad gracias a la posición del alcalde Virginio Merola, quien participó en la votación expresando su "sí". 

“Tom Wolfe dice que la casualidad es el disfraz que usa Dios para conservar el anonimato”

En una serie documental, el director Juan Cotelo narra la impactante historia de catorce ateos convertidos al catolicismo


La serie documental ‘Te puede pasar a ti’, dirigida por Juan Manuel Cotelo, que tiene en su haber otro documental basado en la vida del sacerdote Pablo Dominguez, muerto en accidente (‘La última cima’), narra la historia de catorce personas “de la calle” –entre ellos el guionista de ‘Instinto Básico’, un homosexual que ejerció la prostitución, una mujer que se dedicó al ocultismo, un marxista, una punky, un terrorista o un boxeador– que antes eran ateos y que se convirtieron a través de diversas circunstancias al catolicismo.

La idea, desarrollada por el proyecto “Infinito+1”, surgió tras unos encuentros fortuitos con catorce personas, en diez países diferentes, que contaron a Cotelo su proceso de conversión. “Les advertí que no esperaran una entrevista fácil, porque les plantearía mis propias dudas y las de mis amigos, que no creen en Dios”, indica Cotelo en una entrevista concedida a Europa Press.

Así, el espectador se encontrará con el testimonio de personas, ninguna de ellas teólogo o filósofo, que hablan de su experiencia de relación con Dios, que tenían “una visión muy superficial y distorsionada de la religión o no les interesaba el tema hasta que descubrieron que Dios no es un concepto sino una persona real, concreta, cercana y viva, con quien podían tener trato personal”. Hasta el momento se han interesado por el formato tres televisiones españolas y una decena de televisiones latinoamericanas, aunque Cotelo ha indicado que, en algún caso, les han dicho que no se atreven a comprarlo por las dudas sobre si tendrá o no audiencia. “Mi respuesta está clara: pongamos en circulación el primer capítulo y salgamos de dudas”, ha propuesto.

Recuerda el celebrado director de “La última cima” que lo mismo sucedió con su ésta pelicula, que fue la primera que realizó y por la que “nadie apostó un céntimo”. Sin embargo, se convirtió en “la película más rentable por copia de la cartelera”. “Antes o después, las televisiones perderán el miedo a hablar sobre Dios, descubrirán que es apasionante”, ha afirmado. Según concreta Cotelo, las historias de conversión que se cuentan en el reportaje ocurren en un ring de boxeo, una pasarela de moda, una universidad, un prostíbulo, un hospital y, también, dentro de la propia Iglesia, es decir, “en cualquier lugar” porque, a su juicio, “Dios no está en las iglesias solamente, sino en cada milímetro cuadrado ocupado por un ser humano”.

Para hilar la historia, al director de la cinta se le ocurrió coger una caravana para recorrer diferentes países en busca de testimonios y ha asegurado que a los protagonistas de ‘Te puede pasar a ti’ los encontró “por casualidad”. “Tom Wolfe dice que la casualidad es el disfraz que usa Dios para conservar el anonimato”, ha recordado. De esta forma, según ha señalado, han conseguido “un formato narrativo ágil, simpático y abierto a las sorpresas”. “A mí me va el humor y me aburren los programas de entrevistas a palo seco”, asegura, al tiempo que subraya que encuentra “muchos elementos entretenidos en las historias de conversión”. “Algunas historias son tronchantes, otras románticas, otras tienen rasgos de aventura”, comenta.

“Dios para todos los públicos”

Cotelo expresa su deseo de que este documental llegue “a todas las personas, sin exceptuar absolutamente a nadie”, al igual que el cristianismo “no es una religión destinada a un perfil especial de personas”. De hecho, opinado que desde el momento en se destina el Evangelio “a un tipo especial de personas, que sean especialmente listas o tontas, ricos o pobres, sanos o enfermos, europeos o africanos, lo has dinamitado”. “Un dios que no sea apto para todos los públicos, sin excepción, que no tenga capacidad de alcanzar una audiencia masiva, no me interesa ni existe. Me interesa y me atrae Dios, el único Dios posible, un Dios cuyo amor es capaz de conquistar a personas como yo: normales y corrientes, vulgares, variadas, diferentes, inclasificables, de todas las edades y todas las clases sociales”, ha añadido.

En cuanto a su vivencia personal, Cotelo admite que el trato con estos conversos despertó en él “una envidia enorme” por su “sonrisa a pesar del sufrimiento, su paz a pesar de los problemas, su serenidad a pesar de las dudas, su capacidad de perdonar y de pedir perdón a pesar de los errores pasados, su amor demostrado con hechos concretos y su confianza en Dios”. “En la práctica ves que la receta de su vida garantiza un mundo más humano y más hermoso”.

En este sentido, explica que con sus conversos descubrió “un gran vacío” en su vida, las cosas buenas que habían dejado de hacer por comodidad y las oportunidades de amar que había dejado pasar”. “Gracias a ellos he dejado de creer en Dios, para empezar a vivir con Dios. La diferencia es abismal. He creído en Dios desde niño, pero nunca le había buscado dentro de mí, tan cerca como a la distancia de mi propia respiración, a la distancia de mi silencio, de cerrar los ojos para hablarle en un susurro o de abrirlos para contemplar su obra. Deseo con toda mi alma parecerme a ellos, tener el corazón de un converso”.

Como dice Cotelo en el resumen de la presentación que ha hecho en vídeo, todos los protagonistas “vivían de espaldas a Dios hasta que un buen día ¡pam! se lo encontraron delante y menuda sorpresa se llevaron”. “Ninguno de ellos –añade– lo esperaba y se enfrentaron a la decisión más trascendental de su vida, y es que lo que le pasó a Irene, a Juanjo, a María, a Tim, le puede pasar a cualquiera, es más, te puede pasar a ti”.

ANÁLISIS DIGITAL

¿De pueblo? ¡No! De aldea...

   Hipólito ha trabajado en muchas cosas: en una fábrica de neveras, como vendedor de libros a domicilio, cobrador de recibos, etc., hasta que ingresó en Correos, aunque siguió pluriempleado.

Es hermoso ver la mano de Dios en tu vida cuando vas cumpliendo años. Tengo 77. Y el Señor me ha dado buen humor. Con cierta frecuencia, algún amigo más joven, para tomarme el pelo con afecto y tirarme de la lengua, inicia la conversación diciendo:

Hipólito, tú que eres de pueblo y has hecho la trashumancia…

Yo siempre respondo: ¿De pueblo? ¡No!, de aldea, que no es lo mismo…

Una cena-coloquio sobre la España profunda

Hace unos meses me invitaron como ponente a una cena-coloquio con jóvenes profesionales. En otras ocasiones habían hablado de bioética, de cooperación al desarrollo, de misiones de paz de militares en zonas de conflicto, de arte y de música, de macroeconomía…

Opus Dei - Vista aérea de Pajareros, el pueblo de Hipólito
Vista aérea de Pajareros, el pueblo de Hipólito
El título de la sesión que me proponían era divertido y guasón, acorde con el sentido del humor del organizador, que me conoce bien: La España profunda: recuerdos de un pastor abulense de la aldea de Pajarejos; y de cómo después de fabricar neveras y vender libros acabó siendo cartero; pasando tras su jubilación a trabajar en una fundación, cultivando en sus ratos libres el carisma peregrinatorio.

Recordamos tiempos de penuria, de la vida dura del campo y de la ganadería en los años cuarenta y cincuenta, de noches al raso –como los pastores de Belén– o en ventas y posadas malolientes donde nos juntábamos tratantes de ganado (chalanes), estraperlistas y pastores alrededor de un gran caldero que preparaba la posadera para cenar; de gente recia y buena que hacía largos viajes con el ganado en busca de pastos. A los ingenieros, abogados, periodistas y médicos asistentes se les abrían los ojos. También se les abrió el apetito, con una sartén de migas estilo pastor, que les llevé para ambientar el coloquio.

Opus Dei - Hipólito, sentado en su mesa del Centro Académico Fundación
Hipólito, sentado en su mesa del Centro Académico Fundación
En esa tertulia quisieron saber qué pasó después de mi infancia y adolescencia como pastor y agricultor. Les conté cómo hice “la mili” y como me vine a vivir a Madrid con mi maleta de cartón, al popular barrio de Usera.

Trabajé en muchas cosas: en una fábrica de neveras, como vendedor de libros a domicilio, cobrador de recibos, etc., hasta que ingresé en Correos, aunque seguí pluriempleado. Fueron muchos años pateando mi barrio, conociendo a miles de personas, que muchos años después nos seguimos saludando por las calles pues en el barrio soy el cartero.

"Entendí el Opus Dei de manera sencilla y natural"

Me casé. Carmen y yo tenemos tres hijos. Hemos procurado educarles bien y, gracias a Dios, todos han podido hacer una carrera universitaria y son muy queridos en sus trabajos.

Cuando conocí el Opus Dei, hace 30 años, todo lo entendí de una manera sencilla y natural: era lo que siempre había soñado. Y el cartero escribió la carta, pidiendo la admisión, y diariamente da gracias a Dios por esa gracia maravillosa e inmerecida.

Opus Dei - De peregrinacion en Lourdes
De peregrinacion en Lourdes
Y llegó el momento de la jubilación. Comencé a trabajar en el Centro Académico Romano Fundación, donde he podido hacer uso de mis conocimientos postales al servicio de esa labor, que permite la formación de tantos sacerdotes del mundo entero. Disfruto mucho con mi trabajo y con el ambiente de alegría que se vive en la Fundación. Este trabajo me ayuda a tratar mucho a San Josemaría, muy unido a las intenciones del Papa y del Prelado del Opus Dei.

"Que el Señor me conserve andarín y animoso"

Lo de las peregrinaciones surgió de manera sencilla. Tomé el relevo de un matrimonio que organizaba algunas peregrinaciones. Mucha gente se fue animando. Es una buena oportunidad para muchas personas se acerquen más a Dios. Nuestra Madre es muy Madre y Ella se encarga de que los que acuden a visitarle salgan renovados.

Opus Dei - La sierra de Gredos desde Pajarejos
La sierra de Gredos desde Pajarejos
En Lourdes, en Fátima, en Torreciudad, en tantos otros santuarios, muchos cientos de personas se han confesado y han avivado su vida cristiana. Con los años, son ya muchas las peregrinaciones y conozco bien a los conductores de los autobuses, los dueños de los hoteles. Con todos puedes ir hablando de Dios. En el autobús aprovecho para poner algún DVD sobre San Josemaría o algunos buenos documentales con sustancia cristiana.

Cuando llegan las inevitables goteras de la edad y hay que pasar por hospitales es bonito ver la cantidad de amigos que te visitan. Pido al Señor que, si es su voluntad, me conserve andarín y animoso, como siempre he sido, para seguirle al paso que Él quiera y servir a muchas personas.


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