De niño soldado a sacerdote

Esteban tenía 16 años de edad cuando los feroces guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) asaltaron el 11 de mayo de 2003 el seminario menor de la Archidiócesis de Gulu, en el norte de Uganda, y lo secuestraron a él y a otros cuarenta seminaristas. La pesadilla que vivió en cautiverio no destruyó su vocación y ahora se prepara para ser ordenado sacerdote.
Según una crónica de Eva-Maria Kolmann de Ayuda a la Iglesia Necesitada, los rebeldes se los llevaron a los seminaristas para convertirlos en soldados. Muchos fueron asesinados y doce Almudi,org - De niño soldado a sacerdotesiguen desaparecidos.
Esteban narró su historia a los representantes de la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que hace poco hicieron un viaje a Uganda.
"Durante dos meses, los asesinatos, las violaciones y las torturas formaron parte de su vida cotidiana. Los rebeldes también querían enseñarle a él a matar, y más por ser seminarista. A algunos de sus compañeros los mataron delante de él a golpes y culatazos; otros fueron despedazados con machetes porque tenían los pies destrozados tras las largas marchas y ya no podían andar. Él, en cambio, tuvo suerte en la desgracia, porque pudo huir antes de que lo obligaran a matar", informa AIN.
El secuestro
Los ojos de Esteban aún reflejan un gran pesar cuando recuerda lo vivido. "Los rebeldes llegaron veinte minutos pasada la medianoche; eran unos veinte. Algunos rodearon el seminario menor y los demás se dirigieron directamente al dormitorio de los alumnos de 16 años. Como no lograron forzar la puerta, uno de ellos entró por la ventana y abrió desde dentro. Uno de los seminaristas había cortado la luz para obstaculizar a los rebeldes, pero éstos llevaban antorchas".
Los dos soldados que el Gobierno había puesto a disposición del seminario para velar por su seguridad huyeron nada más aparecer los rebeldes. "Nos habían abandonado y no había nadie que nos protegiera", explica Esteban. Además de los seminaristas, había en el terreno del seminario entre mil y dos mil personas, principalmente mujeres y niños, que se habían refugiado ahí para pasar la noche. Un rebelde mató de un tiro y delante de la madre a un niño de unos siete años, nos dice el joven con semblante impávido.
Los rebeldes maniataron a los seminaristas, saquearon todo y obligaron a los adolescentes marchar por horas. A la mañana siguiente los separaron en pequeños grupos y comenzaron a adoctrinarlos bajo la amenaza de ser ejecutados si intentaban huir.
La fe de Estaban lo mantuvo fuerte y firme. "He visto cosas que jamás hubiera pensado que tendría que contemplar algún día. Un hombre no es capaz de escapar de todo aquello, pero Dios obra milagros. A mí sólo me quedaba rezar: ésa era mi única esperanza. Como no podíamos rezar juntos, lo hacía solo. En cada una de las largas marchas rezaba el Rosario contando con los dedos, porque no tenía un rosario. La oración era todo lo que tenía. Habrá personas que no han experimentado a Dios, pero yo sí he tenido esa experiencia", recuerda.
Casi dos meses después de su secuestro, las fuerzas gubernamentales atacaron a los rebeldes, y en ese momento, entre bombas y fuego de metralla, Esteban logró huir y después de varios días de caminar sin rumbo llegó a un colegio abandonado donde encontró un soldado del Ejército ugandés.

La familia de Esteban ya lo había dado por muerto. "Habían pedido a un sacerdote que celebrara una Misa funeraria por mí", recuerda Esteban. Sus padres y seis hermanos no querían que Esteban regresara al seminario, pero Estaban sabía que ése era su lugar.

Desde 1988 más de 30 mil niños y adolescentes han sido secuestrados por los rebeldes. A los varones los convierten en soldados y a las niñas, en esclavas sexuales. Los niños son cruelmente violados, sometidos con drogas, obligados a matar, torturados, castigados brutalmente a la más mínima y muchos asesinados sin miramientos.
Algunos no se atreven a regresar con sus familias, porque se avergüenzan de las atrocidades que les obligaron a hacer. A menudo, los rebeldes obligaban a los niños y jóvenes secuestrados a asesinar a personas de sus propios poblados o incluso a sus padres y hermanos, para que el retorno fuera imposible.
La esperanza
Según informa AIN, "la Iglesia Católica ayuda a estos niños. Así, por ejemplo, la radio católica de la Diócesis de Lira ha creado un programa especial que permite a los parientes de estos niños enviarles mensajes de amor animándolos a regresar. También los niños soldados que han regresado animan a sus camaradas a retornar diciéndoles que no tengan miedo. A los rebeldes esta iniciativa no les gustó nada, por lo que prendieron fuego a la emisora. No obstante, la antena retransmisora no se quemó y Radio Wa (Wa significa "nuestra radio") sigue emitiendo con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada una programación que contribuye a la paz y la reconciliación en Uganda".
"Cada uno de los niños secuestrados y maltratados por el LRA tiene un rostro y un nombre. Esteban, que compartió el sufrimiento de estos niños, quiere contribuir como sacerdote a la curación de sus heridas y a traer la paz a un país donde los niños han sido utilizados como armas. Quiere llevar el mensaje de amor de Dios a aquellos que ya de niños se olvidaron de que tienen un rostro y un nombre. Y él puede enseñarles que Dios obra milagros, porque él mismo lo ha vivido", sostiene AIN.

ALMUDÍ

El niño que quería ser Xavi Hernández

          Álvaro es el segundo hijo de los tres de Vicente del Bosque y su mujer, Trinidad López —el mayor se llama Vicente y la pequeña Gema—. Nació hace 21 años en Madrid con síndrome de Down. Cuando les informaron de la particularidad de su hijo, al principio, Vicente y Trinidad Almudi.org - 
Álvaro abraza a su padre Vicente del Bosquese dejaron llevar por la tristeza y se preguntaron por qué les había tenido que tocar a ellos. 

          Hoy se arrepienten de aquellos momentos de debilidad. Desde que Álvaro abrió los ojos a la vida, se convirtió en la alegría del hogar. Una alegría de la que son testigos sus amigos y vecinos. 

          Cada día llega Álvaro a casa con una nueva sorpresa, que cautiva a sus padres, que no pueden por menos que rendirse ante el cariño y la espontaneidad que Álvaro pone en todos sus actos. Lo mismo pueden decir sus hermanos, Vicente y Gema, quienes sienten un amor muy especial hacía Álvaro y actúan con él con un especial instinto de protección. 

          Niño generoso, todo corazón, sonriente, risueño. Como no podía ser menos, Álvaro es también un entusiasta del fútbol, deporte que practica durante los fines de semana junto a sus compañeros del colegio. Álvaro también opina de fútbol. Y a menudo sorprende y pone en apuros a su padre con los estratégicos dilemas que le plantea. 

          Así ocurrió, por ejemplo, cuando, durante la etapa en la que Vicente del Bosque entrenaba al Real Madrid, Íker Casillas pasó a ser suplente en favor del extremeño César. Aquella decisión se convirtió en un debate nacional que suscitaba pasiones. Entonces, Álvaro sugirió a su padre que en el siguiente partido Casillas tendría que recuperar la titularidad: «Hijo, solo faltaba ya que tú también me vinieras con esto», exclamó su progenitor.

          O cuando, hace ahora dos años, Del Bosque se hizo cargo de la selección y su hijo le insistió en que debía convocar a Raúl, excluido desde la época de Luis Aragonés, en una decisión que también generó tremenda polémica. 

          O cuando dio a conocer el nombre de los jugadores que estarían en la lista de Sudáfrica y faltaba Güiza, el delantero jerezano por quien Álvaro tiene un especial afecto. Insistía una y otra vez a su progenitor: «Papá tienes que convocar a Güiza a la Selección... que si no lo llevamos vamos a perder»

Con la camiseta de Xavi
          Álvaro, que allá donde se encuentra jamás pasa inadvertido por su espontaneidad y buen corazón, ha hecho amistad con todos los jugadores de la selección, que le adoran. Sobre todo el barcelonista Xavi Hernández, por quien Álvaro también siente debilidad. Tanto, que en todas las celebraciones Álvaro luce el número seis, en su particular homenaje a ese extraordinario jugador que cautivó a todos por su clase y talento. 

          Durante el apoteósico baño de multitudes que se dio la selección nacional en Madrid, a Xavi se le pudo observar cómo tuvo varios gestos cariñosos con Álvaro. Aunque no fue el único. También se los hicieron la totalidad de los componentes de ese fantástico grupo de jugadores que ha alzado a España a lo más alto. 

          También la historia de la participación del hijo de Del Bosque en los actos festivos tiene una curiosa historia. Y es que antes de emprender el camino a Sudáfrica, Álvaro, que es una persona muy viva e inteligente, le pidió a su padre que, si ganaban, le invitasen a los actos de celebración.
Y Vicente del Bosque, un hombre siempre cauto, con mucho tacto para cada situación, al aterrizar en Madrid, en plena euforia de victoria, comentó a los jugadores si no les molestaría que se sumara su hijo al jolgorio. Los jugadores no sólo dijeron que por supuesto que no les molestaba, sino que se sintieron de lo más orgullosos de tener como particular compañero a ese amigo tan especial, a quien han aprendido a querer de verdad, ganados todos ellos por el desparpajo y el buen carácter del muchacho. 

          Así es como Álvaro del Bosque se ha convertido en imagen también de una Selección formada por profesionales que, además de grandes jugadores, son buena gente. En emblema de un éxito fraguado en la amistad y humanidad del equipo. La sonrisa de Álvaro ha sido así motor capaz de generar alegría. Sus ganas de vivir, un antídoto contra la desmotivación. 

          Y sus fotos, las que han emocionado en todos los rincones de la nación, desde Machichaco hasta Tarifa. Esa imagen en la que el chico aparece alzando la Copa del Mundo en La Moncloa rodeado de todos los jugadores. O esa otra en la que se abraza con su padre, a quien felicita por el histórico éxito conseguido. Es la imagen de una nueva manera de triunfar. De una nueva estirpe de vencedores que han traído la felicidad de las cosas bien hechas a toda España. 

Paco Cañamero es autor del libro «Vicente del Bosque. La serenidad», biografía del seleccionador nacional

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